La sala prácticamente llena, el público respetuoso desde el principio y a la espectativa, sin saber bien qué se le va a ofrecer, si les va a gustar, si se aburrirán, algunos incluso temerosos de que algún actor baje y le invite a subir al escenario.
Llega la gente diez o quince minutos antes de las ocho, la sala preparada, limpia y ordenada, como nos gusta hacer las cosas, con una luz cálida muy agradable y la escenografía ligeramente iluminada de color azul oscuro.
Se oye una música de fondo, se le llama música de cortesía, esa música que suena mientras el público va llegando a sus asientos. Vienen algunos niños acompañados de mayores, ya viene siendo habitual. A nosotros nos encanta que vengan niños a ver la función porque ya sabemos que la versión que hemos hecho llega también a los niños, incluso con sólo seis años.
Dentro, en la zona de camerinos, los actores están ya maquillados y vestidos de sus personajes. El director les pregunta si están nerviosos y todos al unísono responden moviendo la cabeza de arriba abajo.... eso es bueno, eso es bueno, es lo habitual y lo mejor que puede pasar, que haya nervios antes de salir a escena. Esta es la sexta representación de la obra y siguen los nervios como el primer día, no siempre se manifiestan de la misma forma, pero siempre los hay.
La música de cortesía deja de sonar. Llega el momento de la presentación de la obra, pedimos que se apaguen los teléfonos móviles y hablamos un poco del autor y de la obra, agradecemos la asistencia del público y deseamos que se diviertan. Sabemos que la cosa no sólo va de diversión, sabemos que esta obra dará que hablar y servirá para que cada cual reflexione sobre lo que ha visto. Las guerras tenían que haber quedado ya en el pasado, sin embargo, a día de hoy seguimos viendo con cierto desánimo lo que está pasando.
Se hace el oscuro, suenan lejanos tiros, ametralladoras y bombas, se oyen cada vez más cerca. El público ve aparecer en el escenario un soldado en medio del caos.
Y esta función, es una de esas, en la que sentimos la recompensa y la alegría por el trabajo realizado. Los actores brillan de una manera especial, como solemos decir "están que se salen". La función finaliza, largo, muy largo aplauso. El público sale contento. Respiramos ya más tranquilos y damos las gracias a este antiguo arte que se llama teatro.
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